Escribo esta entrada a raíz de otra que leí en un blog sobre lo malo que era papá Estado por prohibir el tabaco en los lugares públicos y no prohibir el alcohol al volante que, recientemente, se llevó la vida de la hija de una celebridad española...
Veamos. Fumar mata. Hace 50 años que se sabe. Si yo le fumo a ud. en la cara, yo me trago mi humo, que me daña, y de paso se lo hago tragar a ud., que también le mata por mucho que los fumlibanes se empeñan en decir que no hay evidencias claras de que eso sea así. Además, es molesto, y por ello no se ha prohibido fumar en este país... El fumador puede fumar donde le venga en gana, siempre que no perjudique al de al lado, esto es, en público. Fume ud., pero lejos, disfrute de su derecho a fumar mientras no invada mi derecho a no hacerlo... Más claro aún... si mañana le ponen a ud. una antena de telefonía móvil en su puerta y se demuestra que produce cáncer, ¿qué hará? Pedir que la quiten... ¿o pretende hacernos creer que quiere mantener su derecho a permanecer conectado gracias a la red móvil a costa de su salud? En el último año, unas 55.000 personas fallecieron en España como consecuencia del tabaco, que es ya la principal causa de enfermedad y muerte evitable en nuestro país.
Total: el Estado prohibe que ud. provoque que su vecino tenga daños en su salud, y ud., por su parte, como si se la machaca. Es una cuestión de Salud Pública, de la cual el Estado es garante.
Veamos. El alcohol, en exceso, mata, y se sabe de siempre. El alcohol produce una degeneración del individuo que lo consume, como el tabaco. Si yo le bebo a ud. en la cara, ya me trago mi alcohol, que me daña, de paso
no se lo hago tragar a ud., así que ni por ósmosis ni por ciencia infusa ud. va a sufrir una intoxícación etílica, proceso que causa daños y que nadie niega, ni los alcoholibanes. El bebedor puede beber donde le venga en gana siempre que su estado etílico (que no el hecho de beber en sí) no perjudique sus facultades, cosa que no persigue la ley, como es obvio. Lo que sí persigue la ley es que ud. conduzca bajo los efectos del alcohol y otras drogas o psicofármacos; eso sí está perseguido por la ley, está penado por la ley y controlado por la ley, es el porqué de los controles de alcoholemia que a diario hay en este país, el por qué del código de circulación, etc. ¿por qué? Porque sólo en el año 2003 murieron en nuestro país 5.399 personas por esta causa, diez veces menos que por el tabaco.
Está prohibido conducir bajo los efectos del alcohol para que no mate ud. a nadie, como está prohibido que le fumen en la cara. Está prohibido conducir en sentido contrario por el carril opuesto, para que ud. no mate a nadie, ni sobrio ni ebrio. La ley persigue de la manera más agresiva posible a los borrachos que cogen el coche, les detienen, les retiran el permiso de circulación, les quitan puntos... los encarcelan... por qué, porque se sabe que provocan el 30% de los accidentes de tráfico mortales. El 30%, no el 100%. En definitiva se intenta evitar que maten a nadie, como se intenta evitar el robo, el asesinato, la usura, el chantaje... pero, evidentemente, no puede haber un policía por persona. Pero es constante la acción de la Administración para evitar este hecho, con cientos de campañas, de anuncios, de programas de prevención, de la ayuda de lesionados medulares, de millones de euros, desde hace años... y lo están consiguiendo: cada vez hay menos gente que se emborracha y conduce.
¿Que sí ocurre? Claro, como también hay madres que dan el pecho a sus bebés con un cigarro en la boca o padres que dan la papilla a sus hijos mientras disfrutan de su cigarro.
Comparar en la gestión de la Salud Pública el control del tabaco por parte de la administración con el alcohol, defendiendo que el Estado no dedica tiempo y recursos a ello, es irresponsable, partidista y demuestra muy poca profundidad de pensamiento. Seamos serios y dejémonos de demagogias baratas, y recordemos la canción:
por el humo se dabe donde está el fuego, y de momento, los borrachos aún no humean antes de coger el automóvil. Una desgracia, sí. Lo curioso, al contrario que con el tabaco, es que nadie ve coartada su libertad cuando el Estado se empeña en que si bebe no conduzca... bueno, todos menos Aznar.