Básicamente, se puede ver a la gente de siempre haciendo las cosas de siempre, poco inspirados o demasiado inspirados en cosas que ya se han visto antes en otras pasarelas de verdad y, de vez en cuando, despunta alguno (si le dejan, claro) con talento, en plan Moises Nieto, mientras otros que despuntaron en otros momentos, como José Castro, están llenos de historias nada halagadoras sobre la naturaleza de su inspiración, aunque ya se sabe: de todo se dice en los mentideros. Entre estos últimos están aquellos que pudieron ser y no fueron (que es como si yo me hubiese dedicado a quitar etiquetas de camisetas, customizarlas y hacerlas mías vendiéndolas como diseño singular,...) como, por ejemplo, David Delfín, que hacía 10 años que desfiló en Cibeles con aquellas modelos a las que puso una capucha mientras su supeamiga Bimba Bosé le miraba con una cara de odio que no veas...
Total, que después de una cosa de ni pena ni gloria durante estos años, rodeado de toda una camarilla de fans y, sobre todo de su inseparable Bimba y su Pelayo, ya está encumbrado como modisto, tanto que, como apenas tiene nada que ofrecer de lo que hablar, se montó su espectáculo el día de su desfile, proyectando un cortometraje que sirviese para eclipsar lo que después iba a seguir, algo que, a la luz de estas palabras, ocurrió.
En el corto (que si no habéis visto, ahora os pondré) aparece Bimba que ya, desde luego, no es esa tipa increíble de hace 10 años que te quitaba el hipo en la pasarela... ahora es una especie de caricatura de sí misma, con su sempiterno peinado y su falta de cejas, y muy echada para adelante, tanto que se mete en este embolado de protagonizar una historia en la que llega tarde al desfile de su amigo. En pánico, y tras un grito de lo más falso e increíble (¿será cosa de que el director es, como Clint Eastwood, un one-shot director, director de una sola toma?) monta en su coche de la marca que promociona la cuarta pasarela y ahí, ante todos, la chica limpia, fija y da esplendor a la lengua castellana con una nueva expresión: ser menos creíble que Bimba Bosé en un corto, con cada gesto, palabra o interjección.
Tras tres minutos (de reloj), viendo cómo unas mágicas manos ciudan y maquillan a la sobrina del Papito, el guión se hunde. En plan teatro grecorromano, surge el primero de muchos deus ex machina (elemento externo que resuelve una historia incurriendo en una falta de coherencia interna) en la forma de Rossy de Palma versión Guardia Civil; luego el segundo, en la forma de Mario Vaquerizo y Alaska (desaprovechadísimos), que tampoco consiguen animar el asunto; tercero, Antonia San Juan en la figura de la muerta de la curva (WTF!?) y, para terminar, Topacio Fresh que guarda las puertas de IFEMA,... Fin: logo en primer plano de la marca y... engancha justo con el desfile... ¡Oh! ¿Qué golpe de efecto!
¡Oye, oye! Que os puede gustar, ¿eh?, aunque a mi me parezca un despropósito y una cosa mala, pero bueno, es que, como según parece decir el hermano del director, yo soy como las demás maricas provincianas (sic) que no entendemos el arte y la vanguardia y criticamos esta obra cumbre de neorrealismo madrileño, y es que cuando un marica es de Madrid es de mejor calidad, un maricón ibérico, como el buen jamón... ¿De dónde es David Delfín, por cierto? ¿Y su Pelayo? ¡Preguntas, preguntas!
Ah, y que lo nuevo de la colección de David Delfín es llevar la espalda abierta de abajo a arriba. Súper. Mañana me voy a Nueva York, que están en plena Fashion Week... seria, claro.