El otro día fuimos, Casta, su consorte y servidor, a ver, entre otras cosas, la exposición del Palacio de Cibeles dedicada a la familia de la duquesa de Alba, "El legado de la Casa de Alba"...
Por el
módico precio de 10€ (nótese la cursiva), podéis ver cerca de 150 obras emblemáticas propiedad de la Casa de Alba, algunas de ellas nunca antes expuestas, desde Goya y Zurbarán hasta notas manuscritas de Colón y privilegios reales bastante bien conservados.
También hay cosas horribles, y kitsch, en plan traje de Juan Carlos I o el retrato de Cayetana cuando era pequeña, con una especie de Mickey Mouse en plan Chucky...
En general la exposición está muy bien por el contenido, aunque está dispuesta como el culo, con salas en las que se impide el flujo normal de gente con piezas que no pintan nada en ciertos lugares. La exposición se articula en tres capítulos, que se complementan e interrelacionan: el primero, centrado en la relación de la Casa de Alba con la historia de España a través de los siglos; el segundo, dedicado a la labor de la familia como mecenas, y el tercer y último apartado, donde se reúnen las piezas más curiosas atesoradas a lo largo de los siglos gracias a las relaciones y costumbres sociales, personales y familiares, de los sucesivos miembros de la Casa de Alba.
En el apartado histórico de la exposición, destaca la colección de cartas autógrafas de Cristóbal Colón, la más extensa que se conoce. En ella se recogen detalles tan singulares como la preparación del primer viaje, el rol de marineros del mismo, en el que se encuentran los hermanos Pinzón, así como un dibujo de su mano de la silueta de la primera isla que descubrió: la Española. Junto a los documentos colombinos, este capítulo de la exposición alberga: el nobiliario de Indias, fondo documental de cartas reales expedidas por la Cancillería de Indias concediendo escudos de armas a conquistadores, ciudades e indígenas; la Biblia de la Casa de Alba, traducción a lengua romance de la biblia hebrea, llevada a cabo en el siglo XV por el judío Rabí Mošé Arragel; y una colección de trajes reales que incluye uniformes de Alfonso XII, vestidos de Alfonso XIII y el uniforme que vistió el rey Juan Carlos en el día de su coronación en el Congreso de los Diputados, vamos, el que os decía antes.
Bueno, hay cosas muy curiosas, claro, y es que todo esto está en su casa. Imaginad que tuvierais vosotros en la vuestra unos grabados de Durero, ¿cómo los conservaríais? Pues seguramente no como en un museo, sino más bien a lo me cago en diez, colgando los grabados de Durero en el pasillo, al sol, y tal..., recortándolos para que quepan en el marco, como haría una buena madre con el título de licenciado de su primogénito. Pues sí...:
Ah, y en un intento de modernidad (mal entendida) las guías son Nintendo 3DS (no incluidas con el pago de la entrada), y ver a la gente con ese mamotreto en la mano es un poco desconcertante, porque seguro que es guay para un niño, pero en manos de señores de cierta edad no lo veo yo muy adecuado con el rollo táctil y el mirar a la pieza y a la pantalla, pero bueno, hay que justificar el gasto, supongo...
Había mucha señora con sus hijas petardas, todas ellas muy de perlas y cuellos de pieles, porque se ve que les pone muy cachonditas el hecho de que sea una exposición sobre una Grande de España, y van con pinta de ir por la tontería... vamos, que igual les da estar ahí que en el rastrillo de Nuevo Futuro: el caso es dejarse ver.
Para entrar hay que sacar la entrada en la eterna cola que hay en la entrada, en la calle, y, aviso, a las 10 de la mañana ya no hay turno para verlo hasta después de comer, porque sí, la visita se concierta a una hora determinada y a esa hora se debe ir, aunque nosotros teníamos hora para las 15:30 y llegamos como a las 17:00. También se puede comprar por internet (recargo de un euro por entrada), y la cola es gente que sólo va a validar, claro, e incluso te lo puedes llevar en el iPhone en forma de entrada del Passbook, que siempre mola...
Que si merece la pena... Pues bueno, hombre, si no conocéis el Palacio de Cibeles por dentro, sí, y aprovecháis la visita, aunque sabed que si queréis subir al mirador que da a la plaza de la célebre fuente tendréis que aguantar grandes colas y pagar 2€, que para eso es el ayuntamiento de todos los ciudadanos (nótese el sarcasmo)... Eso sí, no vayáis en finde: es la marabunta.