Según parece, el magistrado, que presume de sus 30 viajes a Tierra Santa y de que el que al final la justicia definitiva la dispensa Dios, según parece, digo, y cuenta el periodista José María Calleja a Julia Otero, el señor Dívar es más de visitar Sodoma y Gomorra que Jerusalem...
Parece que nadie se atreve a decirlo, este señor desde luego no tiene veinte cenas en hoteles de superlujo con cargos que tengan que ver con la administración de justicia, o con cuestiones que competan con su cargo. Tiene relación con un señor porque le apetece estar con ese señor. Vale, perfecto, barra libre, pero lo paga usted. Si dice que es una miseria, pues perfecto, si es una miseria lo paga usted… Y si dice que tampoco era para tanto, que son cargos oficiales, bueno pues explíquenos usted porque era tan importante cenar con velitas para dos permanentemente todos los sábados durante veinte viajes en hoteles de superlujo con otro señor. Bueno, ya está bien, ya está bien...¿Cómo os quedáis? Y sobre todo sabiendo que dicen que cuando el juez Fernando Grande-Marlaska le comunicó que se iba a casar, Dívar, ignorante de su homosexualidad, le instó a cultivar las virtudes de la familia tradicional. Marlaska hizo caer a su interlocutor en que cometía un error y Dívar, en tono dulce, contestó: «Ay, hijo, rezaré mucho por ti».*
En fin, a mi no me importa que coma pollas o no, que puede hacer lo que le salga del ojete, pero ni con nuestro dinero y dando lecciones de moral al resto de sus compañeros.
Breve pero intenso.
Vía Dos Manzanas
*Fuente La Voz Digital