Surrealismos cotidianos

Miércoles y me he pasado por el arco del triunfo el lunes y el martes… En fin… Y lo malo es que esta semana se me ha complicado y la tengo un poco jodida para leer, escribir y meterme con esos capítulos que voy acumulando de Dexter, Medium, Bones, Flash Foward, Fringe, Supernatural, Mujeres Desesperadas, Stargate Universe, Los Simpsons, Family Guy, House, The Vampire Diaries (una mierda, por cierto, como Eastwick, pero yo es que siempre he sido muy fanso de las Brujas de Ídem) y Glee, que me lo descubrío #L y va a ser que engancha… Total, que se me acumula esto, lecturas, papeles… y encima tengo que preparar un trabajo muy complicado para el viernes y no sé cómo voy a sacar tiempo. Mientras tanto sigo en mi asqueroso trabajo a tiempo parcial, aunque no me puedo quejar porque me pagan, jajaja… eso sí, siempre me lo monto para llegar tarde y estar atravesando la ciudad como un poseso.

Ayer, para variar, había decidido que tenía que ir con más tiempo, pero como era por la tarde pensé que te tenía que ir merendado, porque salgo a las 9 de la noche de ese agujero con otro dentro del estómago. Total, que iba con tiempo hasta que decidí merendar algo, (cosa que no puedo dejar de hacer después de ver que perdí un par de kilos con mi gastroenteritis de hace un par de semanas, ¡ains!) y claro, me dio la hora de llegar tarde.

Salvo que llegue muy tarde, no me suelo echar a correr como un desesperado, que luego llego todo sudado y me doy asco, así que ayer no iba a ser la excepción, clarostá. Lo curioso es que cuando decidí apretar el paso, observé cómo un viejo a unos 10 metros por delante de mi hacía lo propio. Pensé que era casualidad, sobre todo por el hecho de que este señor caminaba como Fraga, de lo más patizambo, pero al llegar a su altura me doy cuenta de que no quería que le adelantase… como lo leéis… Voy a adelantarle y se echa a correr el cabrón… Freno, para ver si era paranoia mía, y el tío frena, corro más y le hoy mascullar algo como ¡que no, que noooo! mientras aceleraba el paso. Al final, por probar que no me estaba volviendo loco, me echo a correr en condiciones y le oigo, mientras me alejaba de él, una queja con estas palabras: ¡Noooo, que nooo corras, mecagüenla! Y a saber qué más cosas… Eso para que luego me llamen wrawro a mi.

La gente está fatala.

Yo también. Ya lo sé.