14 de septiembre de 2015

El ataque de las cicladas

Leo esta mañana en Twitter, con los ojos como platos, en El Mundo, una noticia absurda sobre "La sorprendente transformación física de Clemente Lequio (sic)"...

Y me he quedado muerta, claro, porque no tenía ni idea de quién era el tipo este. Luego ya he leído el epígrafe de famosos y me he quedado pensando que seguramente hablarían de alguno de los Lecquio, de tan celebrada fama en este país pero, como aludían a un tal Alejandro Lequio, ya me he dado cuenta de que el artículo tenía el mismo rigor que una buena diarrea.

¿No se llamaba Alessandro Lecquio? Pues empecemos por ahí, coño. Bueno, que me entretengo como siempre y aquí no hemos venido a hablar de la calidad de los pésimos redactores de El Mundo, que dan para otro artículo. Que resulta que el niño este, hijo del Lecquio y Antonia dell'Atte ha musculado por arte de magia y es DJ. Vamos, que da para otra posta pero paso, también, porque aquí hemos venido a hablar de...


LAS CICLADAS

La gran mayoría de vosotros sabéis qué es una ciclada, ¿no? Pues no, no es una de las islas del archipiélago griego situado en el centro del mar Egeo. Una ciclada (bueno, o ciclado más bien) es uno que coge y se mete en el cuerpo esteroides anabolizantes a saco, o sea, hormonas que se producen en nuestras mismísimas pelotas, para, grosso modo, aumentar el volumen muscular y pasar de un mes a otro a tener (con esfuerzo también, no sólo económico, sino de gimnasio) un cuerpo fetén, o como el de Rafa Martín aquí presente. ¿Recordáis el clembuterol y las carnicerías?

- Insinúas que Rafa...

Bueno, pues es ilegal y peligroso y blablabla, pero la verdad es que es una verdadera tentación, porque te pasas el año persiguiendo la consabida y eterna Operación Bikini y nunca llegas, pero ves que en marzo en tu gimnasio la gente empieza a crecer y crecer y crecer y, claro, al principio eres tonta (bueno, al final también) y crees que les cunde mucho el ejercicio, pero luego ya te das cuenta de que hay trampa...

"Aquí hay gato encerrado! Serán putas!"

Y es que todo el mundo se ha ciclado y tú, que tampoco es que seas poca cosa, pareces una huesiloca a su lado. Oye, pero que bien, eh? Bien. La gente que se gaste el dinero en lo que le plazca y haga lo que quiera siempre que no moleste al vecino, pero lo malo es cuando le alabas a alguno de estos lo bien que están y te sueltan, con todo su papo, que es que es por la nueva dieta y la nueva tabla de ejercicios y tú, que llevas 10 años de dietas y tablas te quedas en plan... en plan... No es por repetirme, pero en plan...

Será falsa. Y puta.

Y, digo yo, te has gastado una pasta en el ciclo hormonal, has hecho ejercicio también y encima has quedado niquelado, con todos esos músculos marcados, grandes y tremendamente atractivos... ¿por qué no dices que te has metido un ciclo, hijo mía? Si se ve a la legua, coño... Pero lo malo no es que no lo admitan, que cada cual dice lo que le sale del rabo, lo malo es que te mientan a la cara, como si fueras gilipollas. Dieta... rutina... LOS COJONES. En fin, que si yo me ciclo, amigas, tranquilas que os lo diré. Con muchas fotos, claro. Ah, y para las retrasaditas que digan "mira, ya está la envidiosa de Otto...":

Mirad, putas, y sin ciclarme


2 comentarios:

  1. Pero eso de toda la vida. Las mujeres se estiraban la cara que les sobraba carne para hacerse una coleta y lo llamaban retoquito. O como no confesar la edad...Supongo que entra dentro de la coquetería

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  2. A mi es que lo de que la gente quiera hacer creer a los demás que en uno dos meses se ponen como bestias, "a base de dieta, ejercicio y proteínas", en fin, que como dices cada uno hace con su cuerpo lo que quiere, pero vamos que me parece una tontería engañarse a sí mismo y a los demás, y luego lo mejor son los que te miran por encima del hombro, su ahora musculoso hombro claro, con su renovado y petreo cuerpo, pues muy bien majos, que os aprovechen vuestros ciclos, yo seguiré luchando contra mis lorzas a mi manera.

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Piiiiip

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