Patologias Propias: La Ira Social

La ira social o irasosiá es un sentimiento que todos tenemos alguna vez en la vida, o una vez al día. Habitualmente llega en silencio y te pilla desapercibido… No importa que sea invierno o verano, que haya sol o esté nublado, sea de día o de noche… La irasosiá llega sin previo aviso. Lo malo de la irasosiá es que no tiene un desencadenante específico, con lo que no se puede prevenir, y por mucho que queramos, es inevitable y surge de manera instantánea en la gran mayoría de los casos.

Uno va por la calle, pasea con prisa por una acera estrecha y la gente parece empeñada en penetrar en nuestra trayectoria, esquivamos, pensando si es que están ciegos, luego te encuentras con que dos señoras van agarradas y a un paso eterno y no puedes pasar. En el momento en que las vas a adelantar, ellas suelen detenerse y hablar con pasión mientras se separan entre sí para ocupar el resto del espacio vital… ¡Qué me estás contando, Menganita! ¡Lo que oyes, Fulanita! Y ese momento de adelanto se convierte en un movimiento frustrado en el que hay que buscar el modo de esquivarlas sin atropellarlas, mientras en tu cabeza sólo oyes ¡Joder, que hijas de puta! ¿Es que piensan que la calle es suya? Y ya está, tras esquivar bólidos humanos y dos señoras, la irasosiá ha llegado. También suele llegar cuando llueve y la quinta señora con paraguas se niega por quinta vez a separarse de la pared, y también cuando haces cola para algo y no hay movimiento porque uno de los clientes no sabe ni lo que quiere ni que detrás de él hay gente, y pregunta mil veces por algo que no hay…

Cuando uno sufre de irasosiá, pues sólo piensa que todas son putas y todos son putos, y ya da igual que molesten o no: puto niño, puto viejo, puta dependienta, puto charcutero, puto revisor del tren, me cago en la puta y en su puta madre. Su duración es indeterminada y sólo piensas en José Luis López Vázquez diciendo Mire usté por dónde va, señora, con esa voz tan característica. Por lo general la irasosiá finaliza cuando te das de morros con un conocido que se muestra agradable (de lo contrario, la irasossiá se multiplica sensiblemente cuando te espetan ese típico Huys, que mala cara llevas… qué te pasa, etc. y tú sólo piensas Me pasa lo que a ti no te importa, gilipollas) o con alguien en una tienda o establecimiento similar que te sonríe y atiende supercortés… Y entonces todo pasa, sonríes y piensas Coño, que tonta es la gente a veces, y yo qué imbécil que me dejo llevar por la ira social…

Cuánto colorinchi hoy…