Si, me hacia Chuletas

Y eran cojonudas, la verdad… Luego no las usaba demasiado, porque me ponía histeriquito, pero me ayudaba mucho a estudiar, porque tenía que leer, resumir y copiar… La mitad de las veces, empezaba un párrafo de la chuleta y a las tres palabras ponía blabla, que significaba que ahí tenía que soltar el rollo que tenía en la cabeza. Mis compañeros pensaban que llevaba tooodo en las chuletas, porque las veían llenas de letras. Mi amiga Tita (Cervera no, la mía) me las pidió una vez, para Selectividad. Al acabar el primer examen me llamó para cagarse en mi, porque sólo había arranques de frases y nada más… Yo la había avisado, pero ella estaba convencida de que yo copiaba todo. Aquí un ejemplo (tamaño original, 3,5x5 cm.), legible si pincháis sobre la foto ;)



En la carrera también las usé de vez en cuando, porque había pestiños que eran insoportables y me negaba a estudiar (que encima era todo en inglés, las clases, los apuntes, los exámenes…), y además yo atendía en clase, ¡JAJAJA! Me pasó con la hijadezorra de Filosofía de primero y con una de las Literaturas: las muy putas iban a por mi, no sé por qué, aunque influyera quizás que eran las dos unas zorras opusinas… y sin criterio, además. Ahora una tiene un pie en la tumba (ahí acabamos todos) y la otra dejó la Obra con 40 tacos tras conocer el amor (labor amor omnia vincit). Llevé chuletas y aún así aprobé por los pelos. A una de ellas, en la revisión, estuve a punto de decirle… Oiga, mire, no sea puta porque este examen está de puta madre porque le he pegado la gran copiada… pero pensé que la discreción y el decoro siempre han de estar presentes… salvo en la cama.