18 de noviembre de 2015

Dando Gracias a Dior

Resulta que hace unos días Tim Cook estuvo en Irlanda. Tim Cook es el Director Ejecutivo de Apple, el jefazo, el heredero de Steve Jobs, forrado hasta las trancas y, además, homosexual. Está muy bien que el jefe de la compañía más forrada de la tierra sea un pedazo de homosexual, ¿verdad? Por aquello de la visibilidad, de las políticas de empresa y todo, ¿verdad? ¿verdad?...

"Oye, Maroto, pero por qué nos pone a nosotros aquí?"

Bueno, pues Tim Cook se fue, hace unos días, al prestigioso Trinity College de Dublín (que tampoco es para tanto, la verdad) y desde allí se dirigió a sus estudiantes, que le organizaron un evento a través de la Philosophical Society donde, además, le dieron la medalla de oro de la sociedad. Luego empezó a decir una serie de sandeces que para qué, pero, bueno, tampoco se va a poner a insultar a los anfitriones... Que si Irlanda había sido líder en la lucha por los derechos humanos, la causa LGTB y tal. Todo muy absurdo, y os lo digo yo que viví allí, estudié allí y tal, pero el remate llegó cuando soltó que él agradecía mucho los premios pero que para premio el que le había dado Dios siendo gay...

No hacía falta que trajeses un regalo, con tu presencia ya me vale
¿Qué? A cuadros, amigas, ¿no? O sea, Dios... regalo... gay... , tres conceptos que casan la mar de bien. Vamos a ver, hijo, que parece que os llenan los bolsillos y decís sandeces en cadena. Me parece muy bien que la gente crea en Dios, o en Alá, o en Jehová... o en Zeus tonante o Sauron o en el Amo del Calabozo, allá cada cual con sus fantasías, pero ya ponerse uno a atribuir dones divinos como que no. Mira, Tim, primero de todo mi cabello es real si eres un buen cristiano sabrás que Dios no reparte suertes, nos deja a nuestro libre albedrío, así que no envía ni desgracias ni dones porque eso estaría, teológicamente, entre la incongruencia y la imbecilidad; segundo, ser maricón es una cuestión biológica; tercero, a tu Dios, o al menos a sus representantes en la Tierra, no le gustan nada ni los maricones ni los pecados referentes al séptimo mandamiento, o sea, robar, o sea, evadir impuestos yéndote a un país tan católico como Irlanda con esa política fiscal tan ventajosa; y, cuarto, Dios no existe y no te da nada y punto pelota.

Paquita la Culona dándole las gracias a Dios por darle una guerra
Y ya está, me he desahogado. Es que a mi estas cosas de la religión, como antiguo creyente y actual ateo, me ponen muy nervioso. Yo soy superfán de que cada cual crea lo que dios le dé a entender (guiño, guiño), con alegría y, a ser posible, no expansivamente, o sea, cada cual en su casa, su templo o su cuarto oscuro, de rodillas o de pie (guiño, guiño) y sin metérselo a nadie por los ojos (guiños y lágrimas). Vale que España ha sido siempre el refugio espiritual de Occidente (y nido de delincuentes, lo que es paradójicamente causal casual) y que nos tenemos que tragar las procesiones de Semana Santa y tal mientras nos dicen la la procesión del Orgullo es un ultraje. Vale. Y vale que los belenes son preciosos y obras de arte, vale, pero en las casas, en las iglesias y todos aquellos lugares que no pertenezcan a la administración, o sea, en el ayuntamiento no. Ahí muy bien, Carmena.

Paquita dándole las gracias a Dios por darle sombra
Y es que aunque vengamos de una larga tradición de nacionalcatolicismo (ya antes de Paquita la Culona incluso), ha llegado el momento de que las fantasías de cada cual se las apañe uno en sus lugares de culto o de intimidad, chica... ¿Qué es eso de la Biblia y el crucifijo en un acto civil? Pues no, y tampoco esa gilipollez de los bautizos y comuniones civiles que quieren hacer esas modernas de boquilla a las que, en el fondo, les va un hábito más que a un cargo del PP un sobre. He dicho.

Esperanza Aguirre con más cara de partirnos las piernas que de dar gracias a Dios.


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Piiiiip

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