21 de octubre de 2010

Somos de lo que no hay

Republico una posta que no es inédita. No he tenido mucho tiempo últimamente para nada en general y os tengo muy poco informados. Esta posta es la primera con la que colaboro con un colega que me lo pidió para comenzar la andadura de su web, así que os mantendré informado... Lo podréis encontrar en infoplaneta.com. Ea! Todos para allá!... Después de leer esto, claro...




Después de pensar y devanarme los sesos (he de admitir que no demasiado, pero por falta de tiempo) sobre cómo inaugurar mi colaboración con Infoplaneta, al final me he dado cuenta de que no puedo hacer otra cosa que hablar de lo que se me pasa hoy por la cabeza tras observar lo que ocurre en la blogosfera día sí y día también.

Tras los suicidios que han ocurrido en EE.UU. estas últimas semanas de adolescentes gays que han sido víctimas de acoso por su condición, parece que todo el mundo se ha escandalizado y ha puesto el grito en el cielo. Como siempre, en estos casos, tarde, mal y nunca. No hace falta irse a Estados Unidos para observar cómo a diario hay un acoso constante a ciertas minorías, y, en particular, a la homosexual. En los colegios, en los institutos y en la calle siempre estamos con la cosa de eh, tú, maricón de mierda, o mira esa maricona y lindezas similares. De acuerdo, pasa con el diferente, sea marica, gordo, fea, tetuda o fresca, pero el homosexual lleva el sambenito toda la vida, porque al final el gordo adelgaza, la fea se arregla, etc. pero el marica sigue soportando la idea del comportamiento antinatura, promiscuo, vicioso hasta que acaba sus días.

Este problema se asume y su importancia se diluye hasta la indiferencia, incluso en la comunidad gay, sumergida en el mundo de fantasía y color que es Chueca, y es aquí donde surge el nivel más grande de repugnancia: cuando el marica discrimina a otros maricas. No voy a ser hipócrita: es algo que hacemos todos, en mayor o menor medida, con comentarios en petit comité. Pero una cosa es el chiste entre colegas, que se hace con maricas, gordos o calvos, y otra cosa diferente es cuando ves que mucha gente, con un par de copas de más, es tan gracioso de llamarle a la típica huesiloca (la contraposición natural de la musculoca) todo tipo de improperios, desde gritarle que ande como un hombre o que dónde se ha dejado los tacones. Repugnante.

Pero lo peor es cuando luego uno olvida esas cosas y a la mínima insinuación de discriminación por parte de los heterosexuales hacia los gays y lesbianas, se yergue como gran defensor de la causa homosexual. Eso ya no sólo es repugnante, es de vergüenza ajena. De todas formas, la sociedad nos tiene acostumbrados a esto, así que no voy a dar la vara más con el tema. Espero que, en próximas ocasiones, pueda arrancaros una sonrisa antes que una mueca.

3 comentarios:

  1. Muy bien.

    Me interesaría leer más acerca de la discriminación ENTRE homosexuales, de la tendencia no sólo a formarse en grupos "antagónicos" sino también la nueva ola del "yo soy gay, pero normal, no soy una loca, no me junto con locas, no sé por qué tienen que ser tan visibles", etc.

    Esta tendencia la observo mucho en la escena y entre algún amigo y me parece muy significativa de algo que me gustaría saber qué es.

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  2. Pues siguiendo con el comentario de Eleuterio, a veces pienso que esa tendencia "yo soy gay, soy normal, no me juntes con..." es de volver a la invisibilidad, no destacar, ni sobresalir, normalidad entendida como uno más de la masa mayoritaria. Lo cual es una auténtica idiotez. Es volver al armario. Y lo dice alguien de lo más sosaina en el vestir y comportamiento social pero me da igual a quien tengo al lado: un oso, una musculoca, una huesi, un nerd... Mientras no sea una OWL.

    Y sí, todos tenemos una marica mala dentro y a veces criticamos con saña.

    Verificador: outpr. Pues eso, todo el mundo fuera.

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  3. Es tan fácil juzgar a los demás...

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Piiiiip

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