26 de febrero de 2015

Antiespecistas y otras taras mentales

Bueno, ya tenemos en el BOE las maravillosas palabras que nos hablan de cómo vuelve la religión a la escuela pública en su forma más tardofranquista y, la verdad, es que es muy de terror, aunque, eso sí, luego la derechona de este país (el PP, vamos) se escandaliza de que haya teocracias islámicas. Sin comentarios...

Sumisa pero contenta

¿Pero, bueno, amigas, qué esperar viviendo en este mundo en el que la gente no es que sea más imbécil, sino que se atreven a demostrarlo públicamente? Ayer, sin ir más lejos, un energúmeno [1. m. y f. Persona poseída del demonio.] le plantaba en Twitter a mi amigo Guillem que por qué ponía en su bio que era gay, que qué necesidad. Viéndolo uno puede pensar "anda, mira, un retrasado hómofobo, valga la redundancia", así que, para no juzgar, lo mejor que se puede hacer es mirar cómo se define y, eureka, un retrasado. ¿Que qué ponía? Pues que era librepensador y antiespecista, vamos, idiota.

Especista en potencia

El especismo es la discriminación contra quienes no están clasificados como pertenecientes a una o más especies determinadas. Dicho término suele emplearse habitualmente para aludir a la desconsideración moral que sufren los animales no humanos en comparación con los humanos. En cristiano, que los hombres somos muy malos porque estamos sometiendo a las especies animales a un holocausto caníbal porque pensamos que son inferiores...

Señora, no pensamos que son inferiores, pensamos que son comida, CO-MI-DA, nutritiva comida, sin más... discúlpeme por formar parte de una cadena trófica y necesitar alimentarme, pero es lo que tiene estar vivo y querer seguir vivo más allá de absurdos juicios morales y de valor. ¡Nada de comer animales, especista malvado! ¡Que también son personas (sic)! ¿Entonces? Pues nada, ¡plantas! ¡Come plantas! Pero ¿es que las plantas no son de nuestra misma especie?...
¿Es que no está nutrido de los mismos alimentos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los medios, calentado y enfriado por el mismo verano y por el mismo invierno que un cristiano? ¿Si nos pincháis, acaso no sangramos ? ¿Si nos cosquilleáis, acaso no reímos? ¿Si nos envenenáis, acaso no morimos? Y si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?”

(El mercader de Venecia, de William Shakespeare)
"FIN DE LA CITA"

Pues os lo explico, sí, las plantas también sufren, también se estresan, se alimentan y, aunque no griten (no como estamos acostumbrados a ver en los animales) las plantas no lo pasan nada bien cuando las cortas y te las comes... así que estaríamos tan jodidos como condenados a la muerte por desnutrición, si tuviéramos que escuchar a la larga fila de animalistas incongruentes (los eskaliburianos [no sin mi perro], por ejemplo) soltando estupideces absurdas y sin sentido por la boca porque ellos lo creen así, lo piensan así, y eso hace que tengan todo el derecho no sólo a expresarlo sino a imponerlo, por qué, pues porque lo creen y eso ya es argumento de autoridad.

Otros fantásticos argumentos de autoridad: 

1. Yo no vacuno a mis hijos porque creo que las vacunas son una conjura judeomasonicofarmacéutica.
2.    Yo creo que Dios hizo al hombre y a la mujer y definió legalmente el matrimonio.
3.    Yo creo que en los transplantes de órganos se transmite el alma.
4.    Yo creo que Vasile no me va a abandonar.
5.    Yo creo que los gays ya lo tenéis todo conseguido.
6.    Yo no creo en la medicina porque es sintética.
7     Yo creo que el teorema de Poincairé sigue siendo una conjetura.
8.    Yo creo que la homeopatía y el olor del limón curan el cáncer.

Las pelotas de tenis también sanan


Ay, cómo echaba de menos la irasosiá.

1 comentario:

  1. No me extraña que no haya comentarios de tu entrada. Como dicen uds, estás 'flipando'...!!!

    Tampoco todo es tan así como lo ves... O sí...???

    Besos!

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Piiiiip

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