24 de septiembre de 2014

Mis Vecinitas (II)

Hoy, aunque lo he estado posponiendo de mala manera por la pereza de soltar la historia, llega la segunda parte de mi coleccionable de otoño con mi vecina de al lado...


Mi vecina de puerta siempre me pareció muy simpática. Bueno, no.


Todo empezó cuando llegamos a esta casa nueva y maravillosa de renta tan asequible. Había que dar de alta todo, porque el piso estaba recién reformado, así que teníamos que ponernos con el gas y la luz, algo que fue (y sigue siendo) infernal. El del gas fue un tocacojones de leyenda, pero eso es otra historia. El problema llegó con la luz.



Cuando llamé para dar de alta no hubo manera de que me realizasen el trámite. Ya sólo esto merece una entrada, pero estamos con mi vecina. Después de un par de semanas llamando de forma compulsiva, di con el problema: no podían darme de alta porque ya había un contrato en la vivienda. El caso es que, por algún fallo administrativo, en mi piso constaba un contrato de luz, sin que tuviéramos luz, a nombre de mi vecina. La solución, pues que mi vecina fuese a arreglarlo porque la irregularidad partía de su contrato. ¿Fácil, verdad? No.

Mi vecina es filipina.


Cuando le expliqué todo el asunto, del que creo que no se enteró de nada, me dijo que ella se iba de vacaciones durante un mes a su tierra a los dos días y que no podía hacer nada. Yo me quedé un poco en plan será hija la gran puta vaya faena e intenté arreglarlo haciendo pasar a mi casera por la susodicha, sin éxito. La cosa pintaba mal: un mes sin luz.

Al día siguiente, mientras estábamos de traslados varios, me crucé con la portera y me dijo que había venido el técnico de la luz y que, oh, albricias, teníamos luz. Yo me quedé todo loco, claro, y llamé para hacer los papeles del contrato, sin éxito. De hecho llevo así un año, llama que te llama, queja que te queja, pero ya lo contaré en otra entrada.

Mi vecina me preguntaba, de vez en cuando, si ya estaba arreglado lo de la luz, y yo le decía que no, claro. En estos doce meses adivinad a quién le han cortado la luz cada dos meses... No, a mi no,... a mi vecina. Cuando me enteré, le dije, obviamente, que si ella hubiese arreglado las cosas en su momento, seguramente no le estarían cortando la luz, y me la llevé a una oficina de la compañía eléctrica para arreglar todo mientras ella no dejaba de repetir una y otra vez, una y otra vez, que sus pobres hijos no habían podido comer (caliente, supongo). 


Resultado, todo sigue igual, pero cada vez que le cortan la luz la perra inmunda vecinita llama a la eléctrica para reclamar que ella sí paga y que nos corten la luz a nosotros, y que sus hijos no han comido, ¡como si fuese culpa nuestra! La estamparía contra la pared.

La próxima entrada contaré lo de nuestros problemas con la luz. Bueno, o no.



1 comentario:

  1. El recibo de la luz o esta domiciliado o lo pagas en el banco. Si pagas tienes luz si no...obviamente te la cortan. Esta claro que si ella no tiene luz es porque no paga, además de o tener mucho morro o pocas luces.

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Piiiiip

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