Y Que hacemos con el Orgullo?

Bueno, todo el mundo está que trina con la resolución referente a las fiestas del Orgullo que, básicamente, no permite que haya escenario en la plaza de Chueca... se acabó el espectáculo:

Es un asunto muy complejo. Vamos por partes...

Masificación: Por una parte está el hecho innegable de que a las bienpensantes autoridades madrileñas no les gusta que se junte tanto maricón y tanta bollera... sobre todo maricones, que son más escandalosos y van pavoneándose de su sodomía. El año pasado se trasladaron fuera del barrio parte de las casetas y actividades, ¿la razón? Pues el más que obvio y evidente hecho de que hay una masificación en las calles de Chueca que es muy peligrosa. Y es que petamos las calles, chicos, eso es así, y si hay una avalancha de gente o tiene que entrar una ambulancia es absolutamente imposible encontrar un practicable libre. Eso es razonable, y me parece respetable,... pero (porque tiene que haber un pero, a renglón seguido y en el siguiente párrafo...)...

Pero número 1: Teniendo en cuenta la seguridad, el año pasado el ayuntamiento, en pleno sábado del Orgullo, que estaba todo imposible, no puso los controles suficientes para evitar que varios grupos de exaltados futboleros fueran a la caza del maricón buscando acariciar la cara a más de uno. Menos mal que tenemos osos que nos defendieron y partieron más de una cara... en defensa propia, conste ¿Seguridad? Pues en todos los sentidos, señor alcalde, que no hace falta ser concejal para saber que en día de partido de la Roja era muy probable que ocurriese lo que ocurrió y hay que prever las avalanchas y los grupos de macarras.

Pero número 2: ¿Alguien se imagina que el Rocío se celebrase, ante la masificación, en vez de en el propio Rocío en... qué se yo... Sanlúcar de Barrameda? Pues lo mismo.

Pues hay que buscar una solución que no sea sacar a los maricas del barrio que celebra sus fiestas. A pensar todos.

Ruido: Aquí, lo siento mucho, pero seguro que os doy mucho por el ano... botello. El ruido que se forma en el barrio es, francamente, insoportable. La pista con house que se ponía en Vázquez de Mella era algo insoportable para los oídos de cualquiera, salvo bajo los efectos de los psicotrópicos, claro, y eso no puede ser. Hay que reducir el volumen de ruido porque no lo aguanta ni Clifford y es, además, innecesario. Luego, hay vecinos que viven ahí y que no pueden, a veces ni entrar a sus casas. Debemos de respetar los límites de decibelios y los horarios sí o sí... Eso si:

Eso si número 1: Son cuatro días al año, señor vecino, cuatro, y en finde, como cuatro días son las fiestas de la Paloma o de San Antonio de la Florida (hoy mismo), así que ya sé que jode, pero son cuatro días,... es como si un vecino de Gran Vía se quejase del tráfico... pues oiga, ya sabe ud. donde vive.

Eso si número 2: Vale, bajamos el volumen, pero todos: los maricas, los meapilas de San Isidro o de La Paloma.

Suciedades varias: Se llena el barrio de mierda, y no me refiero a nuestra presencia homosexual, sino a la mierda de botellas, plásticos, ríos de meadas, basuras... pero conste que eso no es cosa de homosexuales únicamente, que al Orgullo va todo dios. La gente es cerda, sí, mucho, pero es que en un finde normal los ríos de meadas que hay por Malasaña o Tribunal son infectos, ¡y eso sin ser fiestas del barrio! Así que habrá que poner meaderos o servicios de limpieza o lo que sea, y ¿por qué?

Porqué número 1: El Barrio de Chueca era un auténtico agujero de ratas, prostitución, tráfico y consumo de drogas hasta que los maricas y bolleras se pusieron manos a la obra y convirtieron un barrio olvidado por el ayuntamiento en uno de los barrios más característicos, visitados, dinámicos y turísticos de Madrid, así que al menos pongámonos en la cosa del quid pro quo.

Porqué número 2: Las fiestas del Orgullo generan unos beneficios para la ciudad de Madrid de millones de euros, de dinero, de riqueza para una cuidad que tiene, económicamente, el agua al cuello, señores, y más en plena crisis... así que al menos podrían, a los que dejan sus pesetas en hoteles o pensiones, restaurantes o kebaberías, hacerles el favor de tener las cositas tan limpias como quedan en cualquier fiesta de cualquier otro barrio de Madrid...

Oigan, vaya chapa he metido. ¡Menos mal que he puesto fotos, que si no me daba algo al releerlo!