8 de octubre de 2013

El Papa de Roma

Bueno, que servidor se va unos días de vacaciones a Roma, la ciudad eterna y que, para mi pesar, va estar cubierta y lluviosa, qué le vamos a hacer.
Al grano que luego me enrollo y me salen unas postas eternas, como Roma. Si hubiera ido hace un par de años, seguramente me habría asqueado la vida visitar el Vaticano. No es que ahora vaya redimido, claro, que, como ateo, visitar estados teocráticos no es la cosa que más gracia me haga, pero el nuevo Papa, nos guste o no, parece que ha tenido una revelación divina, o cristiana, más bien. Que es cinismo, hipocresía o lo que sea, pues quizás, pero tampoco creo que tengamos que estar con teorías conspirativas o estar toda la vida echando en cara el pasado a la gente, porque a los españoles no nos hace gracia alguna tampoco cuando los mejicanos nos llaman genocidas...
Total, que a mi con que diga "dejad de dar la chapa a los maricones y a las abortistas" ya me vale para empezar, aunque parece que hay gente que prefiere seguir viviendo en el pasado y recordar que Bergoglio, antes de ser Francisco, era un reaccionario de esos de "¡el matrimonio gay es cosa del mismísimo maligno!", como podéis leer aquí... ¿Que soy un ingenuo? Pues prefiero serlo siempre, aunque luego me lleve un palo con las decepciones.


De todas formas, haya avances o no, no podemos olvidar que Francisco I es el Papa, y que por mucho que os fascinase Las sandalias del pescador, los papas siguen siendo católicos con todo eso que conlleva, reaccionarios en temas de moral (ajena) y expertos en condenar con las penas del infierno pero, coño, que la gente, papable o no, puede y tiene derecho a cambiar, y no podemos juzgar siempre a la gente por su pasado, como dijo aquel hijo de un carpintero sobre tirar la primera piedra. Al menos eso es lo que nos diferencia a los ateos con conciencia de los integristas sin ella, ¿no?

Conste que no estoy aquí para disculpar y descargar de responsabilidad a este señor, pero, mira, el jueves iré al Vaticano con otra actitud, y no sólo con ganas de prender fuego a todo aquello. Ah, y no dejéis de visitar Antonia, donde tito Otto el otro día escribió con unos aires que más bien fueron musicales.

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Piiiiip

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